MarÃa, la hermana de Marta
MarÃa nos invita a acercarnos a Dios y a ver la vida a través de Él.
Podemos encontrar este pasaje en Lc 10, 38-42
MarÃa es la otra parte de la moneda. Dos hermanas santas, pero tan distintas. Ella, MarÃa, se inclina por la oración y la reflexión: para ella lo primero era oÃr al Maestro. Después vendrÃa todo lo demás. Parece una postura cómoda y fácil, pero tal vez cueste más esta segunda postura que la de Marta y por ello Cristo la defiende cuando Marta la increpa, dirigiéndose a Jesús, como si buscara Marta que él confirmara su pensamiento.
MarÃa, mujer de oración, de reflexión, de trascendencia nos ofrece la otra forma de vivir: la vida en profundidad, la vida de cara a la eternidad, la vida terrena en función de la vida de cara a Dios. Se pone a los pies de Jesús, como sÃmbolo de un interés suyo por lo que considera verdaderamente importante. Y Jesús se lo reconoce: Elegió la mejor parte y nadie se la quitará. Es que quien vive de cara a esta verdad tiene al menos sobre la vida una visión que le conducirá a la paz y al gozo verdaderos.
MarÃa es el sÃmbolo de una parte de la humanidad que ha encontrado en la fe y en el sentido de la vida la respuesta a sus más profundos interrogantes y preocupaciones. Lo que nadie entiende con el pensamiento humano y racionalista, se ve de otra manera a la luz de la fe y de Dios. Asà encuadra todo, incluso el dolor y el sufrimiento, a los que tanto tememos. En clave de fe las dificultades, las luchas, los trabajos se convierten en haces de luz que nos pueden guiar a la dicha en lugar de a la desesperación.
MarÃa nos invita a acercarnos a Dios y a ver la vida a través de Él. Será todo tan distinto, tan diverso! Inspira tanta paz MarÃa a los pies de Cristo que Marta siente envidia. Cómo necesita hoy la humanidad esta paz, esta tranquilidad, este sentido de las cosas, esta escala de valores! El mundo serÃa distinto sin el hombre mirara al cielo. Las familias tendrÃan otra consistencia si se comprendiera lo que es realmente importante. Los que sufren darÃan al sufrimiento un valor de eternidad. Todos serÃamos más felices, porque sabrÃamos para qué vivimos, cuál es en definitiva el fin del hombre sobre la tierra.
Autor: P. Juan J. Ferrán LC | Fuente: Catholic.net