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Velada en Honor a Santa Teresita 2010 Queremos compartir a traves de esta sección los bellos momentos que hemos vivido en la Velada a Teresita 2010. Muchisimas Gracias a cada uno de los que colaboraron y pusieron sus talentos al servicio de Dios, de los hermanos y de todos los que desde su lugar nos acompañaron con la oración. CADA DIA DE LA NOVENA de este mes iremos incorporando UN NUEVO VIDEO, no dejes de visitarnos Dios te bendiga! Padre Claudio, Viviana y Pablo 
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No podríamos hablar de Teresita sin esbozar unas líneas sobre su “pequeña doctrina”… doctrina donde explicará su idea de “confiar” y de “abandonarse”, su “locura de esperar” en Dios, el cual de mil modos “se lanza” a nuestro encuentro. Para entender este camino de confianza y abandono en Teresita, debemos situarnos nuevamente en el contexto familiar de los Martín. Allí, estas palabras, tenían un puesto de honor y era práctica en todas las dificultades de la vida: enfermedades, lutos, amenazas de guerra o de muerte, educación y porvenir de los hijos, y en fin en la propia muerte. Teresita heredó esta virtud familiar. Pero, durante el otoño de 1894, hará el descubrimiento del caminito en el que la confianza, el abandono y la Misericordia divina van a situarse en el corazón de sus nuevas intuiciones. En adelante, confianza y abandono en Dios, será el factor fundamental en su búsqueda de la santidad: “Es la confianza y sólo la confianza la que deberá conducirnos al Amor”, por eso estará segura de que no son sus grandes deseos los que le producen “la confianza ilimitada que siente su corazón”, sino su visión de un Dios que es todo misericordia: “lo que agrada a Dios, es verme amar mi pequeñez y mi pobreza, es la esperanza ciega que tengo en su misericordia” (Ct 197). Confianza y abandono… dos ayudas en el camino a Dios que es amor y ternura, que nos espera con los brazos abiertos, que nos habla al corazón, nos pone calzados en los pies y un anillo… que nos hace ver distintos, plenos, seguros… Podemos escuchar a Teresita decir: “En ti confiaré, Dios, y ya nada temeré”…
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Al descubrir su “caminito pequeño y corto”, Teresita, siente la seguridad de poder subir su camino de perfección, puesto que, su “pequeñez” y sus “imperfecciones”, la hallan “demasiado pequeña”. Y, mientras lee un pasaje de la Biblia que dirá: «El que sea pequeñito, que venga a mí» (Pr 9,4, trad. Que ella lee), aclarará su intuición de ser invitada por el Señor sin más que su propia nada: “Y entonces, fui adivinando que había encontrado lo que buscaba. Y queriendo saber, Dios mío, lo que harías con el pequeñito que responda a tu llamada, continué mi búsqueda, y he aquí lo que encontré: «Como una madre acaricia a su hijo, así los consolaré yo; los llevaré en mis brazos y sobre mis rodillas los meceré» (Is 66,13.12)” (Ms. C 3r°). Desde ese momento confiar y entregarse incondicionalmente en brazos de Dios, “brazos” del Verbo hecho Carne, la conducirán y la colmarán de gracia, de amor y de santidad, “como una madre acaricia a su hijo”. Teresita ya no duda… ya conoce el camino y lo marca… nos lo marca, camino de rosas, camino de gracia… camino que conduce al amor, que se hace ternura, que nos hace niños…caminito que invita “Al Camino” que es Jesús.
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Transcurren años desde su entrada al Carmelo. Teresita hará su profesión solemne el 8 de setiembre de 1890. Nos cuenta en “Historia de un alma” que, en la víspera a sus votos perpetuos, “nunca hasta entonces me había venido al pensamiento una sola duda acerca de mi vocación. Pero tenía que pasar por esa prueba. Por la noche, al hacer el Viacrucis..., se me metió en la cabeza que mi vocación era un sueño, una quimera... La vida del Carmelo me parecía muy hermosa, pero el demonio me insuflaba la convicción de que no estaba hecha para mí... Mis tinieblas eran tan oscuras, que no veía ni entendía más que una cosa: ¡que no tenía vocación!” (Ms A 76r°). Pero bastó un gesto de humildad, para que la oscuridad que, en su corazón se había presentado, se esfumase. “Sin embargo, para completar mi acto de humildad, - nos dirá - quise confiarle también mi extraña tentación a nuestra Madre, que se contentó con echarse a reír”. (Ms A 76v°). Teresita profesó al día siguiente. Su profesión fue la síntesis de toda su vida vocacional. Lo expresó ella en la oración que, a modo de «profesión secreta», llevaba sobre su pecho en el momento de emitir los votos (Or 2). El amor puro, será la vocación de Teresita. «Amor» es la última palabra de cada uno de sus tres Manuscritos. Ultima palabra que pronuncia en su lecho de muerte: Amor...
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Nos dirá Teresita: “El lunes 9 de abril […] fue el día elegido para mi entrada. […] En la mañana del gran día, tras echar una última mirada a los Buissonnets, nido cálido de mi niñez que ya no volvería a ver, partí del brazo de mi querido rey para subir a la montaña del Carmelo... […] toda la familia se reunió para escuchar la santa Misa y recibir la comunión. En cuanto Jesús bajó al corazón de mis parientes queridos, ya no escuché a mi alrededor más que sollozos. Yo fui la única que no lloró, pero sentí latir mi corazón con tanta fuerza, que, cuando vinieron a decirnos que nos acercáramos a la puerta claustral, me parecía imposible dar un solo paso. […], me puse de rodillas ante mi incomparable padre, pidiéndole su bendición. Para dármela, también él se puso de rodillas, y me bendijo llorando... ¡El espectáculo de aquel anciano ofreciendo su hija al Señor, cuando aún estaba en la primavera de la vida, tuvo que hacer sonreír a los ángeles...! Pocos instantes después, se cerraron tras de mí las puertas del arca santa y recibí los abrazos de las hermanas queridas que me habían hecho de madres y a las que en adelante tomaría por modelo de mis actos... Por fin, mis deseos se veían cumplidos. […] ¡Con qué alegría tan honda repetía estas palabras: «Estoy aquí, para siempre, para siempre...»!” (Ms A 69r° v°) Entrada al Carmelo para adorar… en todas su formas, bajo todas su manifestaciones… Amor que se manifiesta en su poder, en su creación, en la misma Teresita, en sus hermanas, en sus “hijos espirituales”, en la Iglesia… Dándole Jesús su misericordia infinita, Teresita, contempla y adora las demás perfecciones Divinas (Ms A 83 v).
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Canción: La omnipotencia y el barro. Canta P. Claudio. Danza por el grupo “Cronograma”. Nos cuenta, Teresita en “Historia de un alma” como surge este llamado de su Divino Esposo a su alma. Nos dirá que “era una certeza del corazón su llamada a entrar al Carmelo, el desierto donde, junto a su hermana Paulina irían a esconderse” (Cf. Ms A 26r°) “donde se verían satisfechas todas las aspiraciones de su alma” (Cf. Ms A 54 v°). Acude al Obispo y al mismo Papa León XIII. Finalmente entra a la edad de 15 años, con la confianza que “será para siempre” (Cf. Ms A 69v°). Y esa vocación trajo aparejado su deseo de entrar al Carmelo “para salvar almas y, sobre todo, para orar por los sacerdotes” (Cf Ms. A 69v°), a partir de su experiencia de vida, con Pranzini, el asesino por el cual Teresita oró, y con los sacerdotes que la acompañaron en el viaje a Roma, para el año jubilar de León XIII Ya en plena madurez, buceando en la Biblia el sentido último de su vocación, Teresa lo cifrará en la palabra «Amor», y en la función - misión de «amar», pero en relación profunda con el misterio de la Iglesia en cuanto cuerpo místico de Cristo. En el cuerpo místico de Cristo no puede faltar el corazón. Y en el corazón de la Iglesia no puede faltar el amor. Teresita, en el corazón de la Iglesia —«mi madre»—, así lo expresa, está llamada a desempeñar la función privilegiada del amor. Amando, podrá llegar con su influjo apostólico hasta las extremidades más remotas del Cuerpo Místico (Cf. Ms B 3 v°). Teresita se siente feliz… corre hacia el desierto donde su vida estará escondida con Cristo en Dios… donde la Omnipontencia y el barro pueden fundirse en Amor eterno… creciendo en la humildad, descubriendo los pasos del Artesano en su vida… Ser solamente de Dios y de nadie más…
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