Virgen de la Sonrisa, Madre de la alegría. Vengo a ponerme delante de tus ojos buenos. Necesito esa luz de tus ojos serenos y esa esperanza de tu rostro amable. Te doy gracias María, porque estás a mi lado en todos los momentos. Cuando sufro, tengo tu alivio. Cuando estoy feliz, compartes mi gozo. Vengo a buscar tu ayuda de Madre para mí y para todos mis seres queridos.
Madre mía, Virgencita, apiádate de mí que estoy deprimido, afligido, triste y me siento solo. Virgen de la sonrisa, devuélveme el ánimo, las ganas de vivir y la esperanza. Ayúdame en este momento depresión en el cual no siento ganas de vivir y de luchar. Así como ayudaste a Santa Teresita a liberarse de la depresión y la tristeza, alcánzame el consuelo de tu Hijo Jesús, y sáname de esta enfermedad.
(Pedir con humildad y confianza la gracia que se quiere obtener)
Te pido que hagas nacer en nosotros a Jesús. Así podremos vivir con alegría, y saldremos adelante en medio de las dificultades de la vida. Danos fortaleza, paciencia, valentía, y mucha esperanza para seguir caminando. Madre de la alegría, derrama tu consuelo en todos los que están tristes y cansados, deprimidos y desalentados. Que la hermosura de tu rostro, lleno de fuerza y de ternura, nos llene a todos de confianza, porque comprendes lo que nos pasa y somos valiosos para tu corazón materno. Amén.
Lectura bíblica: Dijo Jesús: “ Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré. Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio. Porque mi yugo es suave y mi carga liviana.” (Mateo 11, 28-30)
Reflexión: A veces estamos afligidos y agobiados por preocupaciones intrascendentes que nos quitan la paz y nos hacen perder el camino que nos lleva al Dios que habita en lo más íntimo de nuestro ser. A veces estamos divididos interiormente y vivimos disipados por mil cosas innecesarias que nos hacen descuidar lo principal… Si ponemos nuestros ojos en María, ella nos muestra a Cristo, que es nuestra luz. Es por eso que acudimos a ella con nuestras oraciones, para recibir esa luz que viene a nuestro encuentro para robustecer nuestra esperanza. Al mirar su rostro amable de Madre sonriente, confirmamos nuestra confianza en la infinita bondad de nuestro Padre Dios.
Oración final para todos los días:
De la mano maternal de María nos dirigimos al Padre con la oración que Jesús nos enseñó.
(Se reza un Padre Nuestro)
Depositamos en las manos de María nuestras intenciones.
(Se reza un Ave María y Bajo tu amparo)
Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios. No desprecies las oraciones que te dirigimos en nuestras necesidades. Antes bien líbranos de todo peligro, Oh Virgen gloriosa y bendita. Amén.