En este camino de oración,

Donde estar conmigo es estar contigo,

Se me hace difícil estar juntos

El tiempo que había apartado para ello.

Mis pensamientos, como si tuvieran vida propia,

Siguen su curso cuando intento no pensar.

Y si tengo momentos de quietud,

Pronto – ay, muy pronto –

Se diluyen en las ganas de hacer algo.

A veces la cosa es directa:

Pienso en el sexo, en la tele, en el concierto

pero a veces, muchas veces

la cosa va tan sutil, que apenas me doy cuenta

de que estoy distraído.

Hoy, Señor, me quiero tener paciencia

Porque la oración no es magia,

Ni es algo que se haga de un momento a otro,

Sobre todo cuando hace años que no lo intentaba.

Aprenderé de la semilla,

Que luego de enterrada comienza el proceso químico

De transformarse, de abrirse, de morir

Para que nazca la planta.

Yo soy esa semilla,

Mi oración es una semilla,

Que necesita muchas horas, muchas lunas

Para dar lo que lleva dentro.

Hoy no me voy a desanimar,

Porque sé, semilla al fin,

Que lo que hace la germinación es lo otro,

Al agua, el sol, la tierra;

En la oración lo que hace el trabajo

De hacerme un ser orante

Es tu Santo Espíritu, y ese no falla ni se distrae nunca.

Amén

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