Agradecida de haber leído muchísimos buenos deseos en mi casilla de mail, de contactos cotidianos, algunos lejanos, otros cercanos, familiares, amistosos, laborales, etc. hubo uno que quedó resonando especialmente, que me llamó la atención por su simpleza:
- "Que siempre tengas un BELEN en tu corazón"
Fue el deseo de "Chichita", de Matilde, por mail, y la sentí escrita desde el aire fresco de sus árboles de Moreno, con su botellita de aceite de oliva, su yerba mate, su velita encendida, rodeada de los ángeles de sus afectos.
A pesar de estar mucho en contacto con las palabras -con el lenguaje- por mi vocación de escritora, confieso sentir un desgaste natural ante las frases… supongo que como muchos de ustedes, accediendo a lecturas demasiado lineales, o bombardeadas por demasiado palabrerío de información. También apenada de tantas palabras que viajan sin ojos, sin gestos, palabras que son escritas bajo la luz eléctrica del monitor, pero que no puedo ver ni tocar; pantallazos de imágenes, incluso de autores invisibles, anónimos, como la mayoría de los powerpoint, a los que nos vamos acostumbrando en los nuevos códigos de los contactos de la modernidad.
Pero más allá de la filosofia, me pregunté qué sería "tener siempre un Belén en el corazón", y cómo podía yo interpretar esto que ella me deseaba. Cuando me pasa esto, me remito enseguida al significado. Me centré en la palabra "Belén" y redescubrí que el nombre de esa pequeñísima ciudad, en hebreo significa "CASA DE PAN".
Imagino que ahora recordarán conmigo tal hermoso significado. Balbuceándolo un segundo, pronunciándolo lentamente, me decidí a escribir.
Entonces la traducción del deseo, sería más o menos así: "Que siempre tengas una casa de pan en el corazón"…
El pan también remite a una imagen contundente: el alimento, el compartir. Una casa donde se amasa el pan, es una casa llena de algo que tiene que ver directamente con estas palabras que nombro. "Y Jesús mandó a amasar el pan para compartir la cena de la Pascua". Algunas citas bíblicas también se vienen a la memoria…" "Yo soy el pan vivo bajado del cielo"… "El que coma de este pan, jamás tendrá hambre".
Inmediatamente pensé otra vez, que nada es casualidad. Y que el corazón es una casa sagrada. Y que Jesús, que quiso quedarse en el Pan como gesto máximos de la memoria del amor, en el comienzo de su vida nació en el lugar cuyo nombre y significado eterno ya estaba "dicho".
Quizá porque todas las palabras verdaderas- en realidad - confluyen en un solo significado. O porque lo que tiene significado, siempre confluye en dos o tres palabras amalgamadas que dan por resultado un mismo sentido.
Y es que cada vez cuesta más conmoverse con eso, con el significado de lo que nos dicen, o lo que decimos y con el sentido, y los sentidos de las palabras. Porque no nos detenemos a pensarlas una por una; a meditarlas con el sentimiento que despiertan. Será que tenemos tanto miedo a sentirlas? Creo que sí. Que tenemos mucho miedo a sentir los significados, porque en la comprensión de los mismos hay una responsabilidad, un hacerse cargo de lo que esa luz de la palabra provocó.
Y como considero bueno buscar el asombro por la vía más real que tenemos -la propia-para encontrar significados, o para encontrar la luz´- me dispuse hacer la disección de la frase, porque, por más miedo que se tenga, estamos hechos para "sentir".
Y ese regalo de Dios, tan bello, es el significado. Un significado que debiéramos buscar con ansias, como las criaturas que rompen el papel para saber qué hay adentro del envoltorio, qué contiene esa caja mágica debajo del arbolito?
Si nos ponemos a pensar, todas nuestras vidas están llenas de carteles, de envoltorios de mensajes de otros; algunos van en letras de neón, pegados a la imagen en un powerpoint, que por más atractivos que sean, no siempre tienen un mensaje tan humildemente lleno de significados para desglosar, o para degustar. Otros llegan humildes, disparados como las bengalas al cielo, pasadas las doce y con la sorpresiva llegada que tienen las cosas puras, miradas de infancia.
Como los árboles de "Chichita" en Moreno, desayunando con su marido y su hermanita, con el canto de los pájaros y el sonido de las ramas en el viento que amaneció de deseo, un deseo de BELEN y me lo mandó.
Lo mismo que decir "tener siempre a un niño humilde, familia adentro, y darle de las levaduras del corazón".
A lo que se me ocurre contestar: - Señor! no soy digna de que entres "en mi casilla"… pero una palabra tuya bastará para "reenviar".
Alejandra
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