Para muchos, este día esta cargado de un tinte melancólico, triste, casi de amargura y dolor frente a la partida de un ser querido. Pero, este dolor que nos enceguece y no nos deja ver más allá, para aquellos que creemos en Jesús, se transforma en esperanza cierta y advertimos que tras la muerte hay otra cosa.
Hoy la Iglesia, nuestra madre, en esta conmemoración de los fieles difuntos, como bálsamo, pronuncia con certeza una palabra: Resurrección. Palabra que remedia el dolor, que cura toda tristeza. Resurrección, palabra que deja huella en nuestra vida porque estamos llamados a la Vida con mayúscula y a la resurrección. Sabemos que nuestro futuro es la eternidad, y hacia allá corremos, pregustando el Alimento que, en la Patria del cielo será manjar.
Conmemorar esta fiesta es conmemorar la “fiesta de la esperanza cristiana”, la vida eterna que aguardan a los que son seguidores de Jesús.
“A quienes la certeza de morir entristece, los consuela la promesa de la futura inmortalidad, porque para los que creen en Ti la vida no termina, sino que se transforma”.
Y para alcanzar esta vida tenemos dos llaves: la primera es creer en Jesús y la segunda amar.
Durante su vida, Jesús, como si fuera una letanía fue grabando una frase en el corazón de los discípulos: “Yo Soy la Resurrección y la Vida el que cree en mí aunque muera, vivirá”, “El que coma y beba de mi Cuerpo y mi Sangre vivirá en Mí y tendrá la Vida eterna”
La adhesión a Cristo conlleva la alegría de la resurrección y la garantía de la vida eterna. Seguir a Cristo es una invitación a revivir, como nos dice San Pablo, en Él.
Pero, como dijimos anteriormente, está puerta hacia la Vida Eterna, tiene doble candado, por eso, la otra llave la materializa el amor.
También San Pablo afirma que “quien dice que ama a Dios y no ama al hermano es un mentiroso”... Tal vez por eso San Juan de la cruz, nos dirá que “en el atardecer de la vida nos examinarán en el amor”.
Entonces, podríamos imaginar que nuestro Buen Dios, en ese bendito momento de entrar en la Vida Eterna, nos dirá: “¿Amaste?”, y allí mismo entregaremos los nombres y los rostros de aquellos que dejamos en la tierra.
Creer y amar... las llaves del Paraíso, indispensables para vivir la verdadera vida, la reservada desde toda la eternidad y que fue pagada a precio de sangre... y sangre divina.
Pidamos por nuestros queridos familiares y amigos difuntos, que el Señor les conceda la entrada al cielo, a la morada definitiva, para que sean ellos quienes nos reciban algún día y podamos juntos vivir en el Reino de los cielos.
Para incluir en oración a sus fieles difuntos, ingrese aquí
Unámos especialmente nuestras oraciones por ellos. Realizaremos una oración especial y enviaremos sus nombres a las iglesias y parroquias que se unan en este dia donde puedan efectuar las misas por sus almas. Ademas serán incluidos muy especialmente en la novena del próximo mes de Noviembre
“...la Iglesia no se detiene en el umbral del cementerio, sino que va más allá, guiando y sosteniendo la esperanza del Pueblo de Dios con la luz de las oraciones de sufragio, que pueden establecer una mediación entre nosotros y las almas de los fieles difuntos.”
Juan Pablo II
Recuerda que si necesitas oración, si conoces a alguien que pueda necesitarla o si quieres unirte al grupo de gente que mes a mes rezamos la novena, SUMATE, TE ESTAREMOS ESPERANDO!!!
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