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Sta.Teresa y la Santa Faz (textos selectos) PDF Imprimir E-Mail
¡Ojalá que amemos a Cristo así y nuestro amor no sea de palabras sino de obras!
 
Sta.Teresa y la Santa Faz (textos selectos)
Sta.Teresa y la Santa Faz (textos selectos)

Vamos con algunos textos. Comencemos con el de uno de sus mejores biógrafos, el P.Petitot: “Esta devoción a la Sta.Faz es de importancia del todo capital; por ella la piedad de Sta.Teresita es tradicional, sus más importantes y extensas raíces parten a través de los Evangelios y llegan hasta las más antiguas profecías del Antiguo Testamento. Es ésta una de las pruebas más incontestables de que esta espiritualidad, este Caminito de Infancia, extendiéndose a todos los lugares y épocas, es eminentemente católico.

Puede desgraciadamente temerse que gran número de almas superficiales sólo retendrán del espíritu de Santa Teresita su devoción a la Infancia de Jesús, olvidando o descuidando el culto que ella profesó a la Pasión y a la ensangrentada Faz del Mesías”.

Confirma estas palabras del P.Petitot alguien que la conocía bien, la Madre Inés de Jesús. “El principal atractivo de la sierva de Dios fue la devoción a a la Santa Faz. Por muy tierna que fuese su devoción al Niño Jesús, no puede compararse a la que sintió por la Santa Faz”.

En sus escritos Teresa revela cómo la Virgen María –a quien llamaba su “madrecita”- la ayudó a profundizar el misterio del Rostro de Cristo, que no es otro que el de la Eucaristía y el Sagrado Corazón: el misterio del Amor de un Dios que se encarna y toma rostro humano, ama con corazón humano y quiere permanecer entre nosotros y ser uno con nosotros convertido en pan: “No había sondeado hasta entonces la profundidad de los tesoros que encierra la Santa Faz; mi madrecita fue quien se afanó en revelármelos(...) Fue en esta ocasión cuando me los reveló y comprendí...Comprendí como nunca dónde se encuentra la gloria verdadera...Aquel, cuyo reino no es de este mundo, me evidenció que la única realeza codiciable consiste en querer ser desconocido y estimado en nada, en poner nuestro contento en el propio menosprecio. ¡Ah! Deseaba que mi rostro ,como el de Jesús, estuviera escondido a todos los ojos, que nadie me conociera en el mundo; amaba el padecer y el ser olvidada”.

Son innumerables los textos en que Teresa de Lisieux habla de la Sta. Faz. Demasiados para citarlos en un resumen de estas dimensiones. Vaya éste sacado del proceso de beatificación: “La Santa Faz era el espejo donde Sor Teresa veía el Alma y el Corazón de su Amado; el libro de meditación donde bebió la ciencia del amor. Fue en la meditación de la Santa Faz que aprendió ella la humildad”.

Hemos visto en otro lugar lo arraigada de la devoción a la Sta. Faz en Francia, concretamente en Tours y el apostolado que desarrolló Monsieur Dupont propagando la devoción y traduciéndola en obras prácticas de atención al prójimo. Teresa de Lisieux hizo lo propio desde su encierro del Carmelo: dedicó numerosas poesías a la Sta Faz, la pintó en casullas y estampas, inculcó a sus novicias y hermanas de comunidad esta devoción en lo que tiene de más auténtico: la identificación con Cristo en la bonanza y en las dificultades; la menciona en cartas y comunicaciones.

Duro fue para ella ver como su padre perdía sus facultades físicas y mentales durante los seis últimos años de su vida. Este fue su comentario: “Así como la Faz adorable de Jesús se entristeció durante su pasión, así hubo de velarse en los días de su humillación la faz de su servidor fiel (su padre) para merecer ser abrillantada en los cielos”. Y es que el mundo doliente es el que mejor puede identificarse con la Santa Faz de Cristo Crucificado.

Lo que importa de verdad a una persona se manifiesta en el momento supremo de la muerte: salen a flote los sentimientos más profundos, algunas veces ocultos por un fárrago de trivialidades. En Teresa de Jesús no ocurrió eso: murió como vivió. Una testigo que la atendía en la enfermería manifiesta: “Cerca de su lecho habíamos colocado un lienzo de la Santa Faz, a la que tenía gran devoción, para festejar el 6 de Agosto, la Transfiguración del Señor”. Y a esta compañera de comunidad le confiesa en la intimidad: “¡Qué bien hizo Nuestro Señor en bajar sus ojos al ofrecernos su retrato! Porque los ojos son el espejo del alma y nosotras hubiéramos muerto de gozo al poder entrever su alma. ¡Qué gracias me ha concedido la Santa Faz en mi vida! Al escribir mi Cántico Vivir de Amor me ayudó hasta a redactarle con suma facilidad. Transcribí de memoria durante los tres cuartos de hora de silencio por la noche las quince estrofas que había rimado durante el día. Mi devoción, o hablando más exactamente mi piedad para con la Santa Faz está inspirada en las palabras de Isaías: “ Le falta hermosura y esplendor..; le vimos y no tenía expresión...Despreciado y como el último de los hombres, varón de dolores, conocedor de la enfermedad; tenía la Faz semioculta y como llena de vergüenza, y no le hemos apreciado”.Yo también no deseo tener ni fulgor ni hermosura...pisar yo sola las uvas en el lagar, vivir desconocida de todos”.

Y como se reseña en el proceso de beatificación: “Tenía la Santa Faz colgada en las cortinas de su cama durante su última enfermedad: su vista le ayudó a soportar su largo martirio”. Se ahogaba –tenía tuberculosis- y en su angustia la contemplaba una y otra vez...Para finalizar este apartado trascribimos casi literalmente su Cántico a la Santa Faz. A algunos oídos modernos les podrá parecer exagerado...No es eso. Son frases tejidas por una poeta, una mística...un alma enamorada.

“¡Jesús! Tu imagen inefable es el astro que guía mis pasos. Tú lo sabes bien. Tu dulce rostro es aquí en la tierra mi paraíso. Mi amor descubre los encantos de tus ojos embellecidos por el llanto. Cuando contemplo tus dolores sonrío a través de mis lágrimas. Deseo vivir ignorada y solitaria para consolar tu belleza; esa belleza que se oculta en tu Faz bajo el misterio del dolor y que tan fuertemente me atrae a Ti. Tu faz es mi sola patria; ella es mi reino de amor, mi prado risueño, mi dulce sol de cada día. Ella es el lirio del valle, cuyo perfume misterioso consuela mi afligida alma y le hace gustar la paz de los cielos. Ella es mi reposo, mi dulzura y mi melodiosa lira. Tu rostro, dulce Salvador, es el divino ramillete de mirra que yo quiero guardar en mi corazón. Tu Faz es mi sola riqueza, no quiero nada fuera de ella. Jesús yo me asemejaré a Ti, y oculta entre los pliegues del velo de la Verónica, atravesaré la vida desapercibida de las criaturas. Deja en mi la divina impresión de tus besos, llenos de dulzura, y pronto llegaré a ser santa y atraeré a Ti todos los corazones. Cuando tus labios adorados impriman en mi el beso eterno, haz que me abrase de amor, y que este amor levante en el campo de la Iglesia una hermosa cosecha de almas santas”

¡Ojalá que amemos a Cristo así y nuestro amor no sea de palabras sino de obras!

Fuente:http://es.catholic.net


 


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  Comentarios (1)
 1 Santa Faz
Escrito por graciela, el 24-01-2018 13:37
Bendecido día!!. Amo a Santa Teresita, ella me ha acercado AL AMOR DE LOS AMORES. Y hoy en esta busqueda constante de querer crecer en la Fé. Llegue a encontrar la devoción a la SANTA FAZ. Estoy tratando de conseguir la medalla y ponerme en acción para hacer conocer su devoción. Y sobre todo hacer Reparación, Reparación, Reparación que es lo que hoy siento, es mi necesidad y obligación. Tengo el libro de los cinco minutos de Santa Teresita, y cada día ella penetra mi alma, con su dulzura y amor. Desearía si tienen material, sobre la Santa Faz. Que puedan mandarme. Estaría feliz de recibirlo, para seguir alimentando mi alma. DIOS LOS BENDIGA EN ABUNDANCIA. AMÉN, AMÉN, AMÉN!!
 
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