A muchos puede parecerles que un contemplativo es alguien que se ha alejado del mundanal ruido y sus miserias para refugiarse en un mundo superior, separado, distinto y distante de los caminos trillados de la tierra. Nada mas lejos de la verdad. El contemplativo, en este caso Teresa, se sienta a la mesa con los pecadores. Cuando todo parece dormir, el contemplativo vela y ensancha su corazón acogiendo el universo entero. Sin meter ruido, los contemplativos son fecundos. Solo el contemplativo puede vivir en el corazón de la historia, abrazándola y amándola. "Pareciendo no dar nada, dan mucho” (C 36r).

Hoy queremos educar nuestro modo de orar, para que sea una apertura a Dios y una apertura a las personas. Sentarse a la mesa de Dios es sentarse con pecadores.

Acogida: Acoge hoy en tu corazón a esas personas con las que nunca te juntas, a las que apenas diriges la palabra, o detestas en tu corazón.

Texto bíblico: “Salió de nuevo por la orilla del mar, toda la gente acudía a él, y él les enseñaba. Al pasar, vio a Leví, el de Alfeo, sentado en el despacho de impuestos, y le dice: “Sígueme”. El se levantó y le siguió. Y sucedió que estando él a la mesa en casa de Leví, muchos publicanos y pecadores, estaban a la mesa con Jesús y sus discípulos, pues eran muchos los que le seguían. Al ver los escribas de los fariseos que comía con los pecadores y publicanos, decían a los discípulos: ¿Qué? ¿Es que come con los publicanos y pecadores? Al oír esto Jesús, les dice: No necesitan médico los que están fuertes, sino los que están mal; no he venido a llamar a justos, sino a pecadores” (Mc 2,13-17).

Reflexión orante.

·Jesús come con los pecadores. Es una forma de salir a su encuentro, de ofrecerles el perdón y curar sus heridas.

·Al sentarse con ellos a la mesa les hace sentirse de nuevo en casa, en familia, les ayuda a establecer relaciones de solidaridad, de fraternidad, de acogida, de igualdad.

·Jesús muestra así cómo es Dios, que no necesita proteger su santidad alejándose de los pecadores, sino que se mezcla con ellos para seguir su misma suerte.

Así lo oró Teresa: La que ha sido llamada por algunos “señorita de la santidad” no dudó en sentarse a la mesa del dolor, de la duda, de la noche. Nos unimos a su oración.

“Tu hija, Señor, ha comprendido tu divina luz y te pide perdón para sus hermanos. Acepta comer el pan del dolor todo el tiempo que tú quieras, y no quiere levantarse de esta mesa repleta de amargura, donde comen los pobres pecadores hasta que llegue el día que tú tienes señalado...¿Y no podrá también decir en nombre de ellos, en nombre de sus hermanos: Ten compasión de nosotros, Señor, porque somos pecadores? (C 6r).

Continuamos la oración de Teresa. Haciéndonos solidarios de todos los hombres pedimos al Señor que tenga misericordia de nosotros.

·Ten compasión de nosotros, Señor, porque somos drogadictos.

·Ten compasión de nosotros, Señor, porque somos injustos.

·Ten compasión de nosotros, Señor, porque somos ateos. ·

Ten compasión de nosotros, Señor, porque no amamos...

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