Durante más de un año, Teresa, que se repone lentamente mientras sigue siendo sensible a los catarros, vivirá en el campo, en la humilde casita de Moisés y de Rosalía Taillé junto con los cuatro hijos del matrimonio (Eugenio es el "hermano de leche" de Teresa), la vaca "Rosa" y las gallinas. Una primavera, un verano, un otoño, un invierno, un comienzo de primavera... Alegría familiar, gritos de niños, cantos de pájaros y del viento, vista y olor de frutos, flores, hierbas y animales, paseos cortos a la iglesia parroquial en los brazos de Rosa. En verano, la pequeña "Martin-Taillé", tostada por el sol, es llevada en carretilla por los campos, subida en los haces de heno. Incluso se la monta en el lomo de la "Rosa". La mayor parte de estos detalles se nos sugieren por la correspondencia de Celia, la mamá a distancia, que visita a su pequeña aproximadamente cada quince días, el corazón lleno de mil ideas y sentimientos ("he sufrido ya mucho en mi vida", dice Celia después de la marcha de Teresa, CF 90). Otras veces es Rosa quien lleva la niña a Alençon con ocasión del mercado semanal en el que ella vende sus productos. Lo mismo que Teresa ha debido sentir profundamente el que la arrancaran de la casa natal, de su mamá, de su papá, de sus hermanitas, está fuertemente atada a "Rosita", a quien sin duda llama "mamá", como los otros niños. Testigo de esto son los pasajes de la correspondencia con frecuencia encantadora de Celia. "Ayer domingo, vimos a Teresita. No la esperábamos; la nodriza llegó con sus cuatro hijos. Nos puso la niña en brazos y se marchó en seguida a misa. Sí, pero la pequeña no quería esto, gritó hasta agotarse. Toda la casa estaba desconcertada; tuve que mandar a Luisa [la criada de casa] a que dijera a la nodriza que volviera rápidamente después de la misa (...) La nodriza dejó la misa a la mitad y acudió, yo estaba enfadada, la pequeña no dejaba de gritar. Al fin, se consoló al instante; está muy fuerte, todo el mundo está sorprendido" (CF 99 - Teresa tiene cuatro meses). "Iremos del lunes en ocho días, en coche, a ver a Teresita; ahora está muy fuerte. La vi el jueves pasado, la trajo la nodriza, pero no quiere quedarse con nosotros y lanza gritos agudos cuando no ve a su nodriza. Así que Luisa ha tenido que llevarla al mercado donde Rosita estaba vendiendo su mantequilla, no hay modo de mantenerla aquí. En cuanto vio a su nodriza, la miró riéndose, luego se calló; se quedó con ella, vendiendo mantequilla con todas las demás mujeres, hasta el mediodía" (CF 102 -Teresa tiene casi seis meses). Teresa llega a convertirse en una campesina y tiene sus mismos gustos. Esta es la reacción cuando, a sus once meses, pasa algunas horas en su casa, en la ciudad. "La pequeña no quería ni mirar a Luisa ni ir con ella, yo estaba muy molesta; me llegaban obreras a cada momento, se la iba dando a una tras otra. 1,e gustaba verlas, incluso más gustosa que a mí, y las besaba repetidas veces. Mujeres de campo, vestidas como su nodriza, es la gente que ella necesita. La señora T. llegó cuando una obrera la tenía cogida. En cuanto la vi, le dije: 'Vamos a ver si el bebé quiere irse contigo'. Ella, sorprendida, me responde: `¿Por qué no? - Bueno, inténtelo'... Tendió los brazos a la pequeña, pero se escondió dando gritos más altos, como si se la hubiera quemado. No quería más que la mirase la señora T. Nos hemos reído mucho de esto; en fin, tiene miedo de la gente que viste a la moda" (CF 112). "Reflexiono -escribe mamá- e intento sacar partido; todo el día te tengo en el pensamiento; me digo: `En este momento él está haciendo tal cosa'. Estoy impaciente por estar a tu lado; te quiero con todo mi corazón, y veo que mi afecto aumenta por la privación que experimento de tu presencia; me será imposible vivir separada de ti" (CF 108). No es a Teresa, sino a "su querido Luis", a quien se dirige aquí, desde Lisieux, donde visita a su hermano Isidoro y a su cuñada, cuando Teresa está en Semallé. Luis es el "hombre santo" con quien ella es "siempre muy feliz": le "hace la vida muy dulce", es un marido como se lo "desea igual a todas las mujeres". De esta confesión, a los cuatro años y medio de vida de casados (L 1), no cambió nada once años después, si no es su voluntad de "llegar a ser santa: no será fácil, hay mucho que desbastar y la madera es dura como una piedra" (CF 110). Luis "está impaciente por tener a Teresita en casa" (CF 114). Por segunda vez, a la hija se la espera intensamente. Celia ve todo azul y blanco, como para un nuevo nacimiento y un nuevo bautismo. "Ya le tengo preparado un vestido azul cielo, con unos zapatitos azules, una cinta azul y una graciosa capa blanca; será encantador. "Por anticipado me alegro de vestir a esta muñeca" (CF 115). Teresa vuelve definitivamente a casa el 2 de abril de 1874: "niña encantadora", "muy dulce y muy avanzada para su edad" (CF 116), "me admira su boquita" (CF 117).
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