Nos cuenta, Teresita en “Historia de un alma” como surge este llamado de su Divino Esposo a su alma. Nos dirá que “era una certeza del corazón su llamada a entrar al Carmelo, el desierto donde, junto a su hermana Paulina irían a esconderse” (Cf. Ms A 26r°) “donde se verían satisfechas todas las aspiraciones de su alma” (Cf. Ms A 54 v°). Acude al Obispo y al mismo Papa León XIII. Finalmente entra a la edad de 15 años, con la confianza que “será para siempre” (Cf. Ms A 69v°).
Y esa vocación trajo aparejado su deseo de entrar al Carmelo “para salvar almas y, sobre todo, para orar por los sacerdotes” (Cf Ms. A 69v°), a partir de su experiencia de vida, con Pranzini, el asesino por el cual Teresita oró, y con los sacerdotes que la acompañaron en el viaje a Roma, para el año jubilar de León XIII
Ya en plena madurez, buceando en la Biblia el sentido último de su vocación, Teresa lo cifrará en la palabra «Amor», y en la función - misión de «amar», pero en relación profunda con el misterio de la Iglesia en cuanto cuerpo místico de Cristo. En el cuerpo místico de Cristo no puede faltar el corazón. Y en el corazón de la Iglesia no puede faltar el amor. Teresita, en el corazón de la Iglesia —«mi madre»—, así lo expresa, está llamada a desempeñar la función privilegiada del amor. Amando, podrá llegar con su influjo apostólico hasta las extremidades más remotas del Cuerpo Místico (Cf. Ms B 3 v°).
Teresita se siente feliz… corre hacia el desierto donde su vida estará escondida con Cristo en Dios… donde la Omnipontencia y el barro pueden fundirse en Amor eterno… creciendo en la humildad, descubriendo los pasos del Artesano en su vida… Ser solamente de Dios y de nadie más…