Ella cumplió con su vida, en cada gesto, en cada actitud que tuvo con sus hermanas la certeza de confiar en Dios. La tranquilidad de abandonarse en medio de las tormentas, de sus más profundas tristezas que sería Jesús quien la rescatara. Quizás sea ésta la seguridad que hoy nos falta para acrecentar nuestra fe, una fe fuerte como roca. Una fe que nos salve y que logre quitarle a Jesús el milagro que esperamos. Estar dispuestos a todo por encontrarnos con "El Señor". Seamos en el caminito del día de hoy una mirada dulce para el que sufre, una sonrisa para el que esta triste o desesperado, una palabra justa para dar la paz.
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