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"Para mí, la oración es un impulso del corazón, una sencilla mirada lanzada hacia el cielo, un grito del reconocimiento y de amor tanto desde dentro de la prueba como desde dentro de la alegría" (Santa Teresita del Niño Jesús)
El Catecismo de la Iglesia nos dice: "La oración es la elevación del alma a Dios o la petición a Dios de bienes convenientes" (San Juan Damasceno, f.o.3,24) ¿Desde dónde hablamos cuando oramos? ¿Desde la altura de nuestro orgullo y de nuestra propia voluntad, o desde "lo más profundo" (Sal 130,14) de un corazón humilde y contrito? El que se humilla es ensalzado (cf Lc 18,9-14). La Humildad es la base de la oración. "Nosotros no sabemos pedir como conviene (Rm 8,26). La humildad es una disposición necesaria para recibir gratuitamente el don de la oración: el hombre es un mendigo de Dios (Cf San Agustín, serm.56,6,9)".(CEC 2590)
La oración es hablar con Dios, es algo que podemos hacer en cualquier momento, prácticamente en cualquier circunstancia. A veces se nos hace difícil por que nuestras ocupaciones diarias nos absorben o simplemente por que hay gran resistencia a sentarse un rato para hablar con Dios. Orar es hablar con Dios, de tú a tú, como le habla un hijo a su padre. A Dios podemos decirle cualquier cosa: lo que vivimos, nuestras preocupaciones, lo que hemos logrado, en lo que necesitamos su ayuda, incluso platicarle nuestro día tal y como lo haríamos con la gente a la que le tenemos confianza y le queremos. La oración es dirigirse a Dios para alabarlo, agradecerle, reconocerlo y pedirle cosas que sean para nuestro bien, es decir pedirle lo que es bueno para nuestra alma y nuestra salvación. Cualquier cosa que sea contraria a esto, por supuesto que no nos la concederá, porque ante todo nos ama y nunca haría nada para hacernos daño. Dios nos ama y nos llama incansablemente a cada uno a un encuentro con él.
La oración acompaña a toda la historia de la salvación como una llamada recíproca entre Dios y el hombre. Lo vemos en la oración de Abraham y de Jacob en donde se nos muestra como una lucha de fe vivida en la confianza a la fidelidad de Dios y en la certeza de la victoria prometida a quienes perseveran (CEC 2591). En los salmos, conmemorando las promesas de Dios ya cumplidas y esperando la venida del Mesías, abarcando todas las dimensiones de la historia. (CEC 2596)
El Papa Juan Pablo II nos dice: "la oración es el reconocimiento de nuestros límites y de nuestra dependencia: venimos de Dios, somos de Dios y retornamos a Dios. Por tanto, no podemos menos que abandonarnos a El, nuestro Creador y Señor, con plena y total confianza. La oración es, ante todo, un acto de inteligencia, un sentimiento de humildad y reconocimiento, una actitud de confianza y abandono en Aquel que nos ha dado la vida por Amor. La oración es un diálogo misterioso, pero real, con Dios, un diálogo de confianza y amor."
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