Lluvia de Rosas es y seguirá siendo gratuito para todo el mundo, y es por ello que necesitamos de su ayuda para seguir creciendo como instrumento de propagación de la fe católica a través de Internet:
Mediante la Sagrada Tradición, el Espíritu Santo, en la Iglesia, enseña a orar a los hijos de Dios. El Espíritu Santo es el "agua viva" que, en el corazón orante, "brota para la vida eterna" (Jn 4,14). El es quien nos enseña a recogerla en la misma Fuente: Cristo. Pues bien, en la vida cristiana hay manatiales donde Cristo nos espera para darnos a beber el Espíritu Santo. La Palabra de Dios, la liturgia de la Iglesia y las virtudes de la fe, la esperanza y la caridad son fuentes de la oración.
La Palabra de Dios El Catecismo de la Iglesia nos explica: La Iglesia "recomienda insistentemente a todos sus fieles la lectura asidua de la escritura para que adquieran "la ciencia Suprema de Jesucristo"" (Flp 3,8). Recuerden que a la lectura de la Sagrada Escritura debe acompañar la oración para que se realice el diálogo de Dios con el hombre, pues "a Dios hablamos cuando oramos, a Dios escuchamos cuando leemos sus palabras" (San Ambrosio, off. 1,88) (DV25).
Liturgia de la Iglesia La misión de Cristo y el Espíritu Santo que, en la liturgia sacramental de la Iglesia, anuncia, actualiza y comunica el Misterio de la salvación, se continúa en el corazón que ora. Los Padres espirituales comparan a veces el corazón a un altar. La oración interioriza y asimila la liturgia durante su celebración y después de la misma. Incluso cuando la oración se vive "en lo secreto" (Mt 6,6), siempre es oración de la Iglesia, comunión con la Santísima Trinidad (cf IGLH 9) (CEC 2655) La oración formada en la vida litúrgica, saca todo del amor con que somos amados en Cristo y que nos permite responder amando como El nos ha amado.
Las virtudes teologales Se entra en la oración como se entra en la liturgia: por la puerta estrecha de la fe. A través de los signos de su presencia, es el rostro del Señor lo que buscamos y deseamos, es su palabra lo que queremos escuchar y guardar. (CEC 2556)
El Espíritu Santo nos enseña a celebrar la liturgia esperando el retorno de Cristo, nos educa para orar en la esperanza. Inversamente, la oración de la Iglesia y la oración personal alimentan en nosotros la esperanza. Los salmos nos enseñan a fiar nuestra esperanza en Dios "En el Señor puse toda mi esperanza, el se inclinó hacia mí y escuchó mi clamor (Sal 40). Y con esa seguridad podemos también decir: "La esperanza no falla, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado" (Rm 5,5).
Es ese amor la fuente de la oración: quien bebe de ella alcanza la cumbre de la oración: " Te amo, Dios mío y mi único deseo es amarte hasta el último suspiro de mi vida. te amo, Dios mío infinitamente amable, y prefiero morir amándote a vivir sin amarte. Te amo, Señor y la única gracia que te pido es amarte eternamente. Dios mío, si mi lengua no puede decir en todos los momentos que te amo, quiero que mi corazón te lo repita cada vez que respiro" (S. Juan maría bautista Vianney).
Aprendemos a orar en ciertos momentos escuchando la palabra del Señor y participando en su Misterio Pascual; pero en todo tiempo, en los acontecimentos de cada día, su espíritu se nos ofrece para que brote la oración. Orar en los sucesos de cada día y de cada instante es uno de los secretos del reino revelados a los "pequeños", a los servidores de Cristo, a los pobres de las bienaventuranzas. Siempre es bueno orar para que la venida del reino de justicia y de paz influya en la historia, pero tambien es importante llenar de oración nuestras situaciones cotidianas.
Por favor, mantenga el tópico de los mensajes en relevancia con el tema del artículo.
No utilice los comentarios para promociones y/o publicidad, ese tipo de mensajes serán removidos.
Solo Ingrese nombres, NO INCLUYA APELLIDOS, ni ningun otro tipo de dato personal dentro de los comentarios, NO UTILICE lenguaje inapropiado, evitelo ya que de ser así, el comentario ingresado será quitado.