«Para que una hija
pueda a su madre querer,
es necesario que ésta
sepa llorar con ella,
que con ella comparta
sus penas y dolores.
¡Oh dulce Reina mía!,
cuántas y amargas lágrimas
lloraste en el destierro para ganar mi corazón,
¡oh Reina!
Meditando tu vida
tal como describe el Evangelio,
yo me atrevo a mirarte
y hasta a acercarme a ti.
No me cuesta creer que soy tu hija,
cuando veo que mueres,
cuando veo que sufres como yo».
Virgen María y Santa Teresita, ayúdenme a tener más amor a Dios para servir mejor a los que me rodean.
…“Con el Rosario se puede alcanzar todo. Según una graciosa comparación,
es una larga cadena que une el cielo y la tierra, uno de cuyos extremos está en nuestras manos
y el otro en las de la Santísima Virgen. Mientras el Rosario sea rezado, Dios no puede
abandonar al mundo, pues esta oración es muy poderosa sobre su Corazón”… Santa Teresita.